Zona de salpicadura.
El medio marino empieza donde desaparece la vegetación terrestre y la roca desnuda se recubre de microscópicas algas verdeazuladas (cianofíceas) y de manchas negras del liquen Verrucaria sp. Esta zona mantiene la humedad gracias a las salpicaduras del mar. Destacan en ella, los bígaros (Littorina) y las bellotas de mar (Chthamalus).
Playas. Constituyen un biotopo muy particular, con una fauna y flora características, que comienza donde desaparece la vegetación terrestre y se depositan los arribazones de los fuertes temporales. Las hay de canto y grava, arenosas y fangosas, aunque son las segundas las que más vida sustentan. En general, las arenas están colonizadas por animales detritívoros como anfípodos (Orchestria, Talitrus) y poliquetos errantes.
Zona de mareas. Es la franja comprendida entre los niveles de la pleamar y la bajamar que no suele sobrepasar los 50 cms. Esta franja, en los acantilados rocosos, esta poblada por lapas (Patella), peonzas (Monodonta), tomates de mar (Actinia) y balanos (Balanus). También aparecen algas superiores de colores verdes, pardos y rosados (Nemalion, Rissoella, Enteromorfa, Lithophillum, etc.), entre las que es fácil ver al cangrejo corredor (Pachigrapsus) y al moruno (Eriphia).
Iniciando el verdadero mundo submarino de los acantilados, aunque quedando muchas veces al aire, aparece un alga parda muy áspera (Cystoseira mediterranea) que suele instalarse sobre una plataforma formada por cientos de individuos de un molusco colonial fijo (Dendropoma). En ella, también es frecuente observar distintas especies de mejillones (Mytilus)
Rocas sumergidas.
Al descender por los acantilados, podemos observar una zonificación de organismos que queda reflejada en las diferencias que existen entre las especies superficiales (fotófilas) y las de profundidad (esciáfilas), diferencias que están originadas por la intensidad de luz que existe en cada porción del acantilado.
En las rocas superficiales bien iluminadas, dominan aparentemente las algas por ser unas condiciones ambientales que le son más favorables que a los animales. Es una franja que sobrepasa los 25 metros de profundidad y donde aparecen un importante numero de algas verdes (Acetabularia, Codium), pardas (Halopteris, Padina) y rojas (Amphiora, Jania).
Los animales no faltan, destacando las esponjas (Ircinia), cnidarios (Anemonia), poliquetos tubícolas (Spirographis), moluscos (Murex, Sepia), crustáceos (Balanus, Maia), equinodermos (Arbacia, Paracentrotus) y peces (Blenius, Coris).
El dominio se invierte, pasando a dominar los animales, en zonas de penumbra (grietas, paredes verticales, cuevas) o de profundidad, caracterizándose estas poblaciones por su riqueza cromática.
En las zonas de umbría próximas a la superficie, además de ciertas algas verdes (Halimeda, Udotea), pardas (Dictyopteris, Zonaria) y sobre todo rojas (Peyssonellia, Lithophyllum), aparecen cnidarios (Parazoanthus, Aiptasia), poliquetos (Serpula, Protula), moluscos (Spondylus, Octopus), crustáceos (Scyllarides), briozoos (Myriapora), equinodermos (Ophiura), ascidias (Halocynthia) y peces (Apogon, Tripterygion, Muraena).
Las profundidades de los acantilados (más de 35 metros) albergan unas poblaciones denominadas coralígenas que se caracterizan por presentar una gran cantidad de especies con estructuras calcáreas. Son fondos de singular belleza en donde destacan algunas algas rojas (Melobesia, Mesophyllum) pero sobre todo esponjas (Cliona, Dyscidea), cnidarios (Paramuricea, Alcynium), moluscos (Chlamys, Chronia), crustáceos (Palinurus, Homarus), briozoos (Pentapora, Porella), equinodermos (Hacelina, Echinus), ascidias (Clavelina) y peces (Anthias, Ephinephelus).
Arenas sumergidas.
Aunque de aspecto pobre, los fondos de arena albergan gran cantidad de especies enterradas o semienterradas, principalmente gusanos, moluscos, cangrejos, erizos y peces.
En este aparente desierto, destacan las formaciones que un alga verde (Caulerpa) y varias fanerógamas (Zostera, Cymodocea y Posidonia) originan. Entre ellas, destacan por su importancia ecológica las praderas de Posidonia oceánica que constituyen el equivalente a los bosques terrestres. Estas praderas poseen una elevada producción de oxigeno y biomasa;
contribuyen a estabilizar los fondos blandos; sirven de sustrato para multitud de algas, crustáceos, briozoos, etc.; y proporcionan un ambiente ideal para la reproducción y cría de multitud de organismos.
Entre los organismos típicos de estos ambientes, cabe citar gusanos (Sabellas), moluscos (Chamelea, Cerastoderma, Pinna), cangrejos (Galathea), estrellas de mar (Astropecten), cohombros (Holothuria), erizos (Spatangus, Echinocardium) y peces (Syngnathus, Hippocampus, Trachinus, Gobius).
Aguas libres. Constituyen un ambiente dominado casi en exclusiva por los peces, entre los que se encuentran muchas de las especies de interés comercial del Mediterráneo. Es el aso del atún (Thunnus), bonito (Sarda), lecha (Seriola), emperador (Xiphias), etc. También son características de este medio las medusas (Rhizostoma, Cotylorhiza), crustáceos como el percebe (Lepas) y moluscos como el calamar.
Pero los valores naturales más destacados de este ambiente vienen dados por la presencia habitual en nuestras costas de varias especies protegidas, como son la tortuga boba (Caretta caretta) y varios cetáceos, entre los que cabe destacar el delfín común (Delphinus delphis), el delfín mular (Tursiops truncatus) y el calderón común (Globicephala melas).